Las rocas lunares que trajeron a la Tierra los astronautas de las misiones Apollo apenas contenían agua.
En aquel momento se creía que la Luna era un pedazo de la Tierra que se desprendió por un impacto extraordinario, en ese caso el calor hubiera hecho que el líquido procedente de nuestro planeta se evaporara, y que el agua se perdiera en el espacio. Esta explicación aún deja abierta la esperanza de encontrar agua en los profundos cráteres de los polos lunares, en permanente sombra y lo bastante fríos para que el agua se conserve en forma de hielo.
Para comprobarlo, en octubre de 2009 la sonda LCROSS de la NASA fue a investigar el siempre oscuro Polo Sur lunar y encontraron allí: agua congelada, monóxido de carbono, dióxido de carbono (CO2), amoníaco, sodio, plata, hidrógeno y mercurio.
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