
En ambos casos se trata de un mensaje sobre la sustentabilidad.
Los esenios demuestran la tesis de que todo hombre libre es también bueno. Evitan las ciudades y prefieren vivir en los pueblos. Tienen todos sus bienes en común y un administrador hace las compras y maneja el dinero. Cultivan la tierra y se dedican a oficios pacíficos: son granjeros, pastores, vaquerizos, agricultores, artesanos y artífices. No deben fabricar instrumentos de guerra ni ocuparse del comercio. Entre ellos no hay esclavos ni señores por estar convencidos de que la fraternidad humana es la relación natural de los hombres. Poseen el don de la predicción del futuro, son extremadamente limpios y visten siempre de blanco. No dan importancia al tiempo ni lo usan como excusa para no trabajar. Vuelven gozosos de sus tareas, como quien regresa de un concurso atlético. Los esenios se han reunido a causa de su celo por la virtud y la pasión de su amor a la humanidad.
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